Un café con

Piedad Bonnett: retos y logros de la escritora a lo largo de su trayectoria

La poeta, novelista, dramaturga y columnista colombiana ha tenido que sortear diferentes desafíos no solo como escritora, también como mujer y como madre.

Por: Karen Johana Sánchez
Fotos: Andrés Buitrago y Oscar Monsalve

Piedad Bonnett creció en el municipio de Amalfi, rodeada de muchos libros. A los cuatro años, ya leía y recitaba. A los cinco, ya los alquilaba. Piedad afirma que, en su infancia, fue muy feliz. A sus ocho años, se mudó a Bogotá junto a su familia, pero el gusto por el mundo literario siempre la acompañó.

A las 12 años, descubrió la poesía. A José Asunción Silva, a León de Greiff, a Porfirio Barba Jacob, “que me encantaba, la poesía colombiana. De pronto, la poesía española. Y ahí paso a tener esa tentación de yo también escribir poesía”, para luego fijarse en la novela, a los quince años.

A esta edad, mientras leía Crimen y Castigo -una novela de Fiódor Dostoyevski- en la biblioteca de su casa, un domingo, recuerda que “afuera había llovido y de pronto como que se hizo esa luz extraordinaria de la tarde, que en Bogotá a veces es muy hermosa y muy misteriosa, y yo me acuerdo que yo estaba leyendo allá. Llevaba seguramente mucho tiempo metida leyendo y de pronto miré hacia afuera y como que tuve una revelación, como que dije… Esto se parece mucho a la felicidad. Yo quiero hacer esto y ahí decidí que quería estudiar literatura”.

Su primer libro

Fue maestra en el Colegio Colsubsidio, Corcultura, La Universidad Nacional y, finalmente, enseñó literatura por más de tres décadas en Los Andes y, aunque dice que fue “muy feliz” siendo profesora, “le invirtió a eso una energía enorme, que si me tocara volverla a vivirlo, no le invertiría la misma”.

Mientras tanto, escribía, pero desconectada del mundo literario. En este momento apareció una ansiedad generada por el miedo de no llegar a ser lo que tanto soñó: escritora. Envió muchos de sus trabajos a algunos concursos, pero la persistencia llevó a Piedad Bonnett a publicar su primer libro a los 39 años.

La belleza, el amor, la injusticia, la familia, la universidad, los conflictos internos y los problemas éticos son los temas que marcan la vida y obra de Piedad.

A pesar de que ha escrito poemas, novelas, columnas, obras de teatro, la poesía siempre será la consentida de la escritora: “Ahí me leo yo y me entiendo yo”. “Pienso que yo tengo el típico pensamiento del poeta, que es un pensamiento asociativo, que crea imágenes de manera natural”, dice.

Ha sido galardonada con el Premio Nacional de poesía, del Instituto Colombiano de Cultura;  el XI Premio Casa de América de poesía americana, el Premio de poesía Poetas del mundo latino Víctor Sandoval, el galardón de Poesía de José Lezama Lima, y del Premio de Poseía de Generación del 27, entre otros.

“Amo mucho Lo que no tiene Nombre

Ha publicado nueve libros de poemas, es autora de cinco novelas y las memorias de la muerte de su hijo, así como cinco obras de teatro, pero confiesa que su libro favorito es Lo que no tiene nombre -un testimonio sobre la lucha que libró su hijo Daniel frente a la esquizofrenia, que reflexiona sobre el suicidio y un relato del duelo- “por lo que me significó, vitalmente hablando, la entrega que tuve que hacer en ese libro y lo que me permitió recuperar. Pero, sobre todo, porque me comunicó con una parte del mundo lector que yo no conocía”.

Tras dos meses después de que su hijo se suicidará en Nueva York, Piedad se sentó con valentía a escribir para “ponerle la cara a la verdad”.

Sin duda, Piedad es una escritora muy cercana al tema de la salud mental y cree que “uno de los grandes mitos desbordados de esta época es la salud física. Es la diosa de estos tiempos”, dejando a un lado los temas mentales, que son de vital importancia.

Una de sus obras más recientes fue el trabajo publicado con la poeta Chantal Maillard. Las similitudes entre la poeta malagueña de origen belga y la colombiana terminaron en la publicación del libro Daniel, voces en un duelo.

La escritora colombiana acaba de terminar una novela que se publicará al final de este año y le gustaría escribir un libro autobiográfico sobre su condición de mujer. Pero su sueño más grande, en estos momentos de su vida, es ver crecer a sus nietas de 14, nueve y seis años de edad.

“No quisiera morirme antes de verlas grandes y de ver qué fue de sus vidas… Eso es lo único que le pido a la vida. Por eso no me quiero morir en pandemia”, puntualiza.

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