¿Cómo hablar de sexualidad con niños y adolescentes?
La sexualidad atraviesa la experiencia vital de todas las personas en distintas áreas, como biológica, social o psicológica.
Hablar de sexualidad con los hijos puede resultar temeroso, angustioso e, incluso, abrumador. Sin embargo, expertos en el tema señalan que es un tema que se debe tocar en casa, desde temprana edad, con madurez, paciencia y conocimiento.
Ronal Jiménez, coordinador del área de Educa de Profamilia, dice que es importante hablar de sexualidad con niños y adolescentes porque “se les orienta para el descubrimiento, exploración y empoderamiento de su cuerpo, sus emociones y sus habilidades”.
“Esto es un asunto vital para la formación de sujetos de derechos, conscientes y empáticos con su realidad, con el otro y con su entorno”, agrega.
Por su parte, María Isabel Guerrero Silva, psicóloga clínica comportamental cognoscitiva con énfasis en niños y adolescentes, asegura que la buena educación sexual “lleva al incremento de la inteligencia emocional y permite que tanto niños como adolescentes tengan mayores valores y mayor afectividad”.
Es importante tener en cuenta que hablar de sexualidad es mucho más que hablar de coito, genitalidad, relaciones eróticas, etc., dicen los expertos.
Temas, según la edad
Para la psicóloga, es importante tener en cuenta la edad de los niños y adolescentes para hablarles del tema, según su etapa de desarrollo.
“Se debe hablar desde que son muy pequeños. Desde los dos años, cuando estamos cambiándoles el pañal o enseñándoles limpiarse la cola; hablarles de sus partes privadas, nombrarlas con el nombre que corresponde, decir las palabras claras. Enseñarles a mantener su cuerpo en privado, que no se deben dejar tocar, toda la parte de pudor”, señala Guerrero, quien agrega que es la manera de entablar lazos de confianza hasta que llegan a la adolescencia.
La experta agrega que esperar a “hablar con su hijo adolescente sobre sexualidad es un error gigante porque es el momento en que ya la sexualidad como genitalidad está en todo su esplendor, su hijo debe saber toda la parte de desarrollo, antes de tener el desarrollo físico de la sexualidad. Antes de la primera menstruación o eyaculación”.
El vocero de Profamilia señala que es clave recordar que la sexualidad es una dimensión que atraviesa toda la vida del ser humano, en sus diferentes etapas.
Por ejemplo, “aproximadamente a los dos años, los bebés atraviesan una etapa de autodescubrimiento de su cuerpo, por lo que acciones como tocarse sus órganos genitales mientras les cambian el pañal ocurren frecuentemente. En este sentido, las acciones de educación sexual deben estar encaminadas a permitir la autoexploración, acompañando este proceso de un lenguaje positivo. De manera semejante, alrededor de los tres años los niños y niñas adquieren conciencia de la diferencia entre su cuerpo y el de los demás. Entonces, puede resultar importante ayudarles a reconocer y nombrar las partes de su cuerpo y ayudarles a identificar las acciones que realicen otros que pueden estar en contra de su propio bienestar”.
Finalmente, la UNESCO, en su documento Orientaciones técnicas internacionales sobre educación en sexualidad (2018) distingue cuatro grupos de edad para la educación sexual en los colegios: 5 a 8 años; 9 a 12 años; 12 a 15 años y 15 a 18 años.
Algunas claves
Para Jiménez, la educación sexual aborda temas que van más allá de las relaciones sexuales, incluyendo, por ejemplo, los valores, los comportamientos, las relaciones, la gestión de las emociones y el autocuidado.
En este sentido, señala algunas recomendaciones:
- No hay que esperar a que el niño o niña “haga las preguntas”, ya que es posible que no las haga así tenga dudas.
- Es posible que a los adultos de otra generación no se les haya hablado de sexualidad, sin embargo, eso no es excusa para omitir la educación sexual de sus hijos e hijas.
- Comprender que las generaciones cambian y, con ello, la información que circula, los medios de comunicación, las necesidades en educación sexual, los riesgos, las leyes y las posibilidades. Esto significa asumir el reto de mantenerse actualizado.
- Aceptar que no lo sabe todo, pero que sigue siendo su responsabilidad abordar aquellos temas álgidos o difíciles.
- Cuando aparezcan preguntas explícitas sobre el coito, la genitalidad o el erotismo, lo importante es reconocer que es válido sonrojarse, reír, apenarse, incluso sentir frustración al no saber qué decir. No obstante, las mejores herramientas serán los lazos de confianza, llamar a las cosas por su nombre, asesorarse, tener una escucha activa, aprender a decir “no sé, pero podemos descubrirlo juntos/as”, y ser cuidadosos y respetuosos con las expresiones verbales y no verbales de señalamiento o evasión.
Por su parte, la psicóloga también aconseja:
- No dar respuestas de inmediatez, sino dar respuestas desde el corazón, pero con la razón. “Podemos decirle a nuestro hijo: ‘Esperemos un poquito, no estoy listo en este momento, o dame un segundo, lo hablamos luego’”.
- Empezar a romper algunos mitos. Saber que los hijos no necesitan saber mucho de sexualidad, sino que necesitan saber lo correcto, según las edades.
- Normalizar las preguntas de los niños y preguntarse por qué están preguntando sobre sexo. Saber realmente que necesita saber el hijo.
La actitud, tema importante
Los expertos coinciden en que es importante hablar con seguridad y liderazgo, nunca desde la culpa, la vergüenza, el estigma o el enojo.
Durante estas conversaciones, se recomienda nombrar cada parte del cuerpo por el nombre correcto, para evitar la generación de tabúes. También es fundamental buscar información veraz, basada en evidencia y proveniente de fuentes confiables.
En muchas ocasiones, los padres, madres y cuidadores puede que no tengan una respuesta, por lo que pueden acercarse a profesionales que puedan brindarles información precisa, actualizada y pertinente.