El vínculo entre madre e hijo es fundamental para un crecimiento sano
La relación afectiva entre la mujer y su bebé se crea desde la etapa de gestación. Es fundamental generar este vínculo para que, desde antes de nacer, se brinde sensación de seguridad.
Por: Eliana Páez Solórzano
Hay un vínculo de amor que se construye entre una madre y su hijo, desde el proceso de gestación y durante toda la vida, en la mayoría de los casos. El embarazo es el inicio de una relación fundamental que influye en la construcción emocional y psicológica, tanto de la madre como de ese hijo o hija.
“Este es el único vínculo que se da desde antes de nacer. Según estudios, los bebés pueden, incluso, reconocer el pálpito del corazón de la mamá. Este vínculo es importante porque genera una estimulación cerebral y hormonal en la estructura mental del niño. A mayor estímulo afectivo, existe una mayor conexión neuronal y el cerebro madura con rapidez”, explica Anibal Hernández, psicólogo y terapeuta.
De acuerdo con Hernández, cuando se genera este vínculo afectivo hay beneficios a largo plazo. La forma en que una madre se vincula con su bebé tiene una influencia y determina, en ocasiones, las relaciones afectivas que ese hijo o hija tendrá en su futuro. También le brinda un primer modelo de relaciones donde se empieza a construir la autoestima y se genera la sensación de seguridad.
Por eso, es fundamental establecerlo de manera sana, es decir, sin que haya dependencia, agresividad, indiferencia o que sea abrumador. Debe ser un espacio que comprenda el desarrollo natural del niño con afecto, acompañamiento, sin saturar y dejándolo ser.
Una conexión única y natural
María Carmenza Cuenca, médica pediatra y neonatóloga de MedPlus, asegura que “el parto es un evento neuro-hormonal con predominio de oxitocina (conocida como la hormona del amor), donde también se ven involucradas otras hormonas como la prolactina, las endorfinas, las catecolaminas. Durante todo el trabajo de parto y nacimiento, estas hormonas intervienen en la comunicación constante entre el cerebro de mamá y de bebé”.
Cuenca precisa además que, durante la primera hora de vida, el recién nacido está alerta, con los ojos abiertos y buscando algo que le recuerde el ambiente intrauterino (temperatura, sonidos y olores). El contacto piel a piel será fundamental en ese momento para lograr que, dicho reconocimiento y ese estrecho vínculo que se venía tejiendo, se consolide.
Por su parte, Liliana Cucaita, enfermera perinatóloga y asesora en lactancia materna, asegura que este contacto inicial entre la madre y su bebé también disminuye el riesgo de padecer depresión posparto. La situación emocional y psicológica de la madre es un factor primordial en el momento de establecer el vínculo afectivo.
Y agrega: “Tener esta cercanía permite a la madre llenarse de amor, estar dispuesta, tranquila; poder hacer las cosas con más seguridad y tranquilidad. Estar más receptiva a solucionar y suplir las necesidades que tiene el bebé. Por eso, es tan importante que, no solo en el parto vaginal, sino en el parto de cesárea, se permita que mamá pueda tener a su bebé en el pecho en el momento en que nace”.
Vínculo que se fortalece con la lactancia materna
Según Lorena Castillo Velásquez, enfermera, consultora internacional en lactancia materna IBCLC y miembro del equipo de la Clínica de la Mujer, “la lactancia materna genera la producción de hormonas como la prolactina y oxitocina, precursoras de la producción y establecimiento de la lactancia materna. La cercanía y el tiempo dedicado en los cuidados del bebé despiertan fuertes sentimientos de amor y protección”.
Castillo recomienda que haya acompañamiento del padre o familiar en este proceso. Esto genera tranquilidad y confianza en la madre durante el amamantamiento y cuidado de su bebé. Y enfatiza en que, en casos donde la producción de leche materna no es suficiente, se aconseja promover la relactación (volver a amamantar luego de haber suspendido la lactancia) que debe ser guiada por un profesional especializado en lactancia.