Tips para asumir y controlar el estrés
Es posible aprender a vivir la frustración y el miedo, a entenderlos y a gozarlos con la ayuda de herramientas emocionales, de nuestros seres queridos y con hábitos de vida saludables.
Por Cristina Morales
La incertidumbre, el miedo a lo desconocido, y posteriormente, la frustración por el encierro, la soledad, la preocupación económica, los cambios en las rutinas hicieron que muchas personas vivieran momentos de angustia y de mucho estrés, durante la pandemia.
Hoy, tres años después, y con todo lo que ha dejado esta época, volvemos a intentar reconstruir la vida como la conocemos, una tarea que, en definitiva, no es sencilla.
En Colombia, la pandemia ha deteriorado la salud mental de la población. Las cifras oficiales lo confirman: de acuerdo con la encuesta Pulso Social del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), en febrero de 2021 casi la mitad de las personas encuestadas (el jefe o su cónyuge) reportó sentir niveles particularmente altos de preocupación o nerviosismo a raíz de la pandemia.
Consistente con este hallazgo, durante la pandemia se ha observado un aumento del 30% en las consultas a las líneas territoriales de asistencia psicológica, particularmente por síntomas de depresión y ansiedad, así como por casos de violencia intrafamiliar (MinSalud, 2020). Mientras que, en el mundo, un reciente análisis publicado en la revista científica Psychiatry Research cuenta que un equipo de investigadores canadienses efectuó un metanálisis con datos de 55 estudios internacionales (con más de 190.000 participantes).
Los expertos hallaron que la prevalencia del insomnio fue del 24%, la del trastorno por estrés postraumático alcanzó el 22%, la de la depresión se situó en 16% y la de la ansiedad llegó al 15%. El artículo subraya que el trastorno por estrés postraumático, la ansiedad y la depresión fueron, respectivamente, cinco, cuatro y tres veces más frecuentes en comparación con lo que habitualmente reporta la Organización Mundial de la Salud (OMS).
María Elena López, psicóloga de familia, creadora de Inteligencia Familiar (una página que ofrece a las familias una guía encaminada a llenarlas de esperanza y confianza), y autora de varias obras sobre Inteligencia Emocional, explica: “La pandemia cambió la manera de ver y enfrentarnos al mundo de muchas maneras.
Nos abocó a rutinas y hábitos distintos que tuvieron como escenario principal el interior del hogar. El teletrabajo, el estudio virtual, ajustar horarios y espacios para que todas estas actividades pudieran coexistir al mismo tiempo y se compartieran entre los diferentes miembros de la familia. A las personas solas también les toco cambiar sus dinámicas de funcionamiento”, indica.
Los temores más frecuentes
Todos los cambios generan tensión y alerta y desencadenan miedos en las personas. Esto sumado a la incertidumbre, el miedo a la enfermedad propia y de otros y la cercanía de la muerte son unos altos estresores. El temor a cómo será el futuro, a que no volvamos a la normalidad, a qué pasará con el empleo, con los emprendimientos y a cómo mantener una situación económica estable y la armonía familiar.
¿Qué debemos hacer?
“Lo primero es reconocer que estamos ante una situación extraordinaria y diferente, que esto produce un impacto a todo nivel. Y lo segundo, es aceptar que la realidad es inversamente proporcional a sufrir. Entre más aceptes, menos sufres”, dice López.
También hay que poner a funcionar todos los recursos de los que disponemos para enfrentar la adversidad. Lo que sigue es pura resiliencia, seguir, transformar y reconstruir a nivel intelectual y colectivo.
Para poner en práctica
“Hay que poner en práctica algo llamado primeros auxilios emocionales que es básico para mantener la estabilidad”, asegura López, y los especifica:
- Comer bien.
- Dormir para descansar y reparar.
- Hacer ejercicio.
- Realizar una actividad gratificante al día.
- Simultáneamente organizar y planear tiempos y espacios. En tiempos de crisis hay que ser estratega.
- Mantener el contacto con otros. Las relaciones significativas son demasiado importantes porque atienden a necesidades psicológicas vitales de los seres humanos.
- Vivir lo mejor que se pueda el presente.